¿Volvemos a reflexionar sobre la TV y la violencia?

El aumento de la criminalidad y la violencia en las calles, escuelas, ¿ está relacionado con la violencia en las pantallas? Muchos consideran que es un elemento que se suma a muchos otros como las crisis familiares, el desempleo, las adicciones y el descenso en el nivel educativo, sobre todo en la enseñanza pública.

Los adolescentes que ejecutaron la matanza de trece estudiantes en el secundario Columbine en Littleton, Denver, y luego se suicidaron , eran consumidores de programas televisivos violentos y en sus casas tenían varios videos relacionados con esa serie. Esto provocó una cantidad de reacciones por las cuales no sólo recibieron juicios la empresa productora, sino también los guionistas, los auspiciantes y los que participaron en esa producción -New York Times 14.5.99 –

Los chicos necesitan identificarse con modelos; cualquier actividad que presentemos frente a ellos es un modelo que tienden a imitar. Si exaltamos la violencia como motivación, como valor y como entretenimiento, los estamos evitando inconscientemente a adoptarla. Si un acto violento es observado por una persona, una sola vez, quizá sea imitado.Pero si en cambio es exhibido ante millones de personas repetidamente, las probabilidades de que muchos adopten esas actitudes y conductas, aumentan. Se va creando así un ambiente, un clima en la sociedad, que las hace aparecer como naturales, deseables, legítimas e incluso, inevitables.

Tratamos de que las conductas que mostramos y promocionamos se parezcan a las conductas que aspiramos tengan nuestros hijos, y que sean las que predominen en la sociedad de la cual somos miembros.

Hacer un llamado a la responsabilidad de los productores de programas televisivos puede ser una parte de la solución. La doctora Diana Gargiulo, asesora de Fund TV, señala que existe una normativa en el Código Penal, el artículo 213, “Incitación y apología al crimen”, que se podría aplicar a las emisiones con contenidos tan alto de violencia que faciliten a los menores imitar las acciones delictivas.

Otro elemento que se puede agregar es la utilización masiva del V-chip antiviolencia en los televisores.

En 1996, el presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, respaldó una ley que exige el uso de este chip en todos los televisores. Poco tiempo después, Canadá y la Comunidad Europea adoptaron la misma decisión.

La Comisión Federal de Comunicación de los Estados Unidos estableció en marzo de 1998, que la mitad de los modelos de televisores que se fabriquen entre julio de 1999 y enero del 2000 deberán tener incorporado el chip antiviolencia. Y además publicó una guía orientativa con las seis categorías de niveles de violencia, basada en las sugerencias de las principales cadenas de televisión.

Estos televisores pronto llegarán a nuestro país, pero sin las codificaciones correspondientes, los padres no podrán bloquear los programas que ellos desean evitar en sus hogares. Este chip bloqueador automático de la programación violenta, del lenguaje o de escenas indecentes puede ser parte de la solución.

Pero ante problemas tan complejos sabemos que no existen soluciones simplistas ni mágicas. La televisión no es una cuestión unilateral: existe una retroalimentación entre los que ofrecen los programas y las audiencias que los reciben.

FUND TV promueve, con los padres y los medios, la prevención de las nuevas formas de violencia y criminalidad instaladas actualmente en la sociedad.

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