Se han difundido algunas investigaciones que señalan que el control de los programas televisivos no lo ejercen los adultos sino los chicos. Pero no es el problema el “quien” utiliza el control remoto, sino el “como” se lo hace.
El zapping, tan difundido en nuestros tiempos, puede convertirse en algo negativo, sino se ejerce con la responsabilidad y la lucidez necesarias para orientarnos en medio de la variedad de propuestas confusas, fragmentadas y contradictorias que existen.
No debemos confundir la falsa libertad de la genuina; creer que el zapping es un símbolo de nuestra independencia, cuando no es más que una posibilidad de opción en un menú cerrado que generalmente nos ofrece “más de lo mismo”.
Es importante estar alertas para evitar ser engañados por un mundo artificial, de ficción, donde se privilegia lo superficial, trivial y sin sentido y no encandilarnos y confundirnos con falsos valores o someternos a las modas, a lo “políticamente correcto” y a “agendas ocultas” elaboradas con intencionalidades que desconocemos.
Más que en quién maneja el zapping el problema está en desarrollar actitudes críticas constructivas y un ejercicio de la libertad responsable en todos los miembros de la familia. Cuando esto no sucede, generalmente es porque los hijos no encontraron en sus padres un modelo adecuado. Cuando los padres no se preocupan por desarrollar convicciones, de clarificar y profundizar en los temas, y se contentan con repetir opiniones ajenas.
Todos los integrantes de una familia deben tener conciencia de que la confusión y la velocidad de las informaciones que recibimos nos puede llevar a una pobreza y masificación del pensamiento disfrazado de originalidad y seudo libertad.
Aunque aparentemente parece una elección libre, usar el zapping tiene sus limitaciones: lo que elegimos está limitado a un menú cerrado y no tenemos opción a modificar ese espectro. Y peor es cuando se pretende estar respondiendo a los intereses generales de las audiencias, cuando en la realidad se está sirviendo sólo a los intereses de ciertos sectores de la sociedad.
Con el uso del zapping, nos parece más suave la imposición de los contenidos de la televisión; es una forma de movernos a aceptar con menos resistencia esta dictadura que entra en nuestras casas, en nuestra mente y en nuestros corazones.
Con una apariencia engañosa se ofrecen opciones diversas, pero con el denominador común de invitarnos a recibir pasivamente los mensajes.
Y constantemente se refuerzan las tendencias existentes que responden a móviles simplemente lucrativos, ideológicos y publicitarios, se ofrecen modos de pensar y de actuar, que se van aceptando gradualmente como naturales, deseables y dignos de imitar, y los que no encajamos o no nos sometemos a ellos, pasamos a ser atípicos o extraños.
Por todo esto es importante saber manejar la TV y no dejarse manejar o manipular por ella.
Es necesario usar el zapping no como un medio de aturdirnos y anestesiarnos frente a la cascada de mensajes, sino para saber aprovechar lo positivo de esas ofertas según nuestros genuinos intereses y necesidades, desarrollando en todos los miembros de la familia el hábito de cuestionar y evaluar lo que se ofrece. Esto significa un esfuerzo porque implica no aceptar con simplismo, pasividad y facilismo las propuestas que se nos ofrecen, sino levantar el nivel de aspiraciones y de exigencia de calidad.
La actitud apropiada para avanzar hacia soluciones se basa en la dedicación y no en el mínimo esfuerzo y la improvisación.
Es cuestión de reunirse en equipo, padres e hijos y buscar cómo hacer el mejor uso posible de la televisión. Una actitud no sólo ante la TV, sino también, ante todas las cuestiones de la vida para enfrentar la realidad con responsabilidad y autonomía.
Debemos desarrollar las capacidades de valorar y criticar, aceptando los programas que nos benefician y rechazando los que nos perjudican.
La Fundación Televisión Educativa considera que los medios de comunicación masivos pueden hacer grandes aportes a la sociedad, y de hecho los están haciendo.
El problema no está en el medio, sino en cómo se usa el medio. Las personas necesitan comunicación, pero comunicación constructiva, y no destructiva.
De allí que el desafío no este en no ver televisión, en incomunicarse, sino en evaluar los contenidos de ella y diferenciar lo que sirve y lo que no y aprovechar lo positivo y rechazar lo negativo.
La misión de FUND TV es promover el rol educativo de la televisión y destacar su función como transmisor de cultura.
Tenemos un enfoque optimista, creemos que se puede colaborar para que los medios de comunicación estén al servicio del bien común y cada vez sea mayor y mejor el aporte que hagan a la sociedad.
Por Sara de Critto
Presidenta de Fund TV